Felices fiestas a todos los amantes del fútbol.

Ahora que se acaba el año 2011 echo la mirada atrás y creo que ha sido uno de los más emocionantes de mi carrera como entrenador. Finalizamos la temporada haciendo historia con el liga nacional del San José, futbolistas fantásticos, medios excelentes, mucha presión y mejora constante como técnico.

El paso al Torre de la Reina fue buscando un proyecto senior, con muchas más adversidades que ventajas... ideal para afrontar un reto por la permanencia por el que casi nadie apostaba.
De esta nueva aventura destacaría el aprendizaje del manejo de vestuario, intentar encauzar tantos caracteres diferentes hacia el mismo objetivo. Era un reto difícil, o eso creía.

Resulta que el reto al que quería enfrentarme no fue tal... los jugadores no son problemáticos, no hay celos ni envidias...como nadie cobra no hay dinero que cree conflictos... como no hay titulares indiscutibles todo el mundo está contento... resulta que entreno a una auténtica familia.

Esa es la palabra que más he repetido desde que empezó la pretemporada, familia. Creo en ello y mis jugadores sienten que es verdad, que tienen hermanos sin sus mismos apellidos, que hay lazos muy fuertes forjados por horas y horas de entrenamiento.

En la cena de Navidad habló el jugador con más peso específico de la Torre, puesto que lleva ahí toda su vida futbolística ( otros han jugado en equipos superiores y conocen otras ligas), Serafín. A pesar de ser un magnífico jugador lleva varios partidos sin disfrutar de minutos pero no falta a entrenar nunca y  ayuda siempre con el material etc, etc... Dijo unas palabras que emocionaron a todos los presentes: se sentía orgulloso de tantos chavales que se hacen muchos kilómetros todas las semanas, que no fallan a entrenar, que les cuesta el dinero... y que cada domingo se parten la cara por un escudo y por un pueblo como si fuera el suyo propio. Más aún, dijo que para él ya eran parte  de la Torre porque la entrega que veía cada fin de semana así lo demostraba, que a fin de cuentas nacer en un sitio no da derecho a criticar  lo que otros hacen, cuando no hay  nadie más que quiera hacerlo.

Como entrenador no me queda otra opción que agradecer esas palabras y dar las gracias a toda la afición que acompaña al equipo y anima a los jugadores como si fuesen sus propios vecinos, porque una afición inteligente reconoce cuándo se deja el alma un futbolista y de esos este año tenemos muchos. Muchas gracias al pueblo de la Torre por acogernos a todos con tanto cariño, ojalá podamos celebrar la permanencia cuanto antes.

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